Algún tiempo atrás la especie humana pensaba que las plantas eran seres cuya complejidad se reducía a un aspecto muy básico de la naturaleza, y que a diferencia de los seres humanos eran únicamente organismos que solamente vivían para alimentarse, crecer y morir. Afortunadamente, con los años y la investigación de estas curiosas formas de vida nos hemos vuelto más sensibles a sus características y a los comportamientos que definen a cada especie como única o esencial ante un entorno del que se relacionan para sostener sus formas de vida, al igual que los otros seres vivos dependen de esas para subsistir y coexistir.
En este artículo mencionaremos diversos aspectos que soportan la teoría y/o paradigma de que las plantas también poseen una forma de inteligencia que trae consigo la acumulación de experiencias, una memoria. El investigador y profesor italiano Estefano Mancuso será una gran referencia en este artículo como lo son otros análisis más asociados a la neurobiología vegetal y a la filosofía contemporánea.
Podemos imaginar fácilmente una inteligencia que no sea fruto de la actividad de un único órgano; la inteligencia es connatural a la vida, haya o no haya cerebro. (El futuro es vegetal, 2017. E. Mancuso)
Es así como Mancuso nos introduce a pensar la inteligencia desde un aspecto que puede estar más vinculado a las interacciones conscientes e inconscientes que ha desatado la evolución dentro de un entorno ecológico. Las plantas desde este punto de vista son la prueba más evidente de que el encéfalo es un “accidente” que se ha desarrollado tan solo en un pequeño grupo de seres vivos, los animales. A diferencia de estos seres, los vegetales han tomado un camino distinto en la evolución que ha permitido desarrollarse en diversas formas para “aprender” y garantizar su supervivencia.
Se sorprenderían si conocieran las muchas formas en que las plantas han logrado adaptar su estructura morfológica, genética e incluso química para poder mantener vínculos con algunas especies específicas. Un claro ejemplo es la conocida Orquídea Abeja (Ophrys Apifera), quien a lo largo por medio de la selección natural y la evolución adaptar la forma de sus polinizadores hasta parecerse a un insecto; permitiendo que esta planta pueda coexistir particularmente con las abejas, quienes en algunos casos se ven atraídas por su forma y color más que por su polen.
Aparentemente existen estudios que han demostrado que algunos insectos se ven “engañados” al intentar reproducirse con este tipo de mecanismos de atracción, pues la capacidad que tienen estas plantas de imitar algunos aspectos de sus polinizadores se debe a esa recolección y acumulación de experiencias propiamente de la memoria.
Según Mancuso un organismo es capaz de mejorar la eficacia de sus respuestas cuando se lo somete repetidas veces a un mismo tipo de problema. Esto mismo ocurre con las plantas en su afán por garantizar su supervivencia.
Quizá estos organismos no posean un órgano específico donde desarrollar este tipo de capacidades, pero está comprobado que gracias a la experimentación y a la exhaustiva observación de las plantas, éstas no se escapan a esta regla de oro.
En muchas formas estos seres han logrado sobrepasar los obstáculos, y se han nombrado diversos conceptos que corroboran la respuesta a estas formas de adaptación como lo son la aclimatación, el condicionamiento, endurecimiento etc.
Nombrar la idea de memoria o inteligencia en las plantas aún es considerado un tema de debate y una perspectiva revolucionaria en la ciencia, debido a que al reconocer estos términos en seres tan distintos a nuestra forma de comprender la naturaleza habrían de merecer otros conceptos que distinguen la capacidad sensible que poseen las plantas para identificar y solucionar un problema de formas tan únicas, sorprendentes y misteriosas como las de nuestra propia especie humana.
En una investigación realizada por mi autoría hago mención de los enteógenos o plantas sagradas como una forma de tecnología mucho más estrechamente relacionada con el entorno y la inteligencia de las plantas. Permitiendo al ser humano experimentar sensorialmente la información acumulada en su química y uso, tal y como si fuésemos las abejas que son “engañadas” por estos ancestrales seres para corroborar que a través de estos organismos se pueden “encarnar” otras formas de conciencia o de interpretacoón de la realidad. (Los objetos de poder, las otras tecnologías, 2020. P. Granados Thorin)
Los mecanismos de memorización según Mancuso, son un claro ejemplo de que en las plantas poseen grandes semejanzas con el mundo animal entre las cuales la habilidad comunicativa, la capacidad para elaborar estrategias defensa y las tendencias a expresar algún tipo de comportamiento infundido por diversos factores nos permitirían reconocer que en estos seres se encuentra una inteligencia propía se la naturaleza de el reino vegetal, pero que converge en la forma y distinción de conceptos que abarcan nuestra propia manera de interpretarnos a nosotros mismos como seres inteligentes.
La sensibilidad que ha despertado la ciencia sobre el modo en que reconocemos el mundo ha impulsado al ser humano a comprender la sensibilidad oculta de otros organismos y la vida que los distingue, tanto así que considerar la idea de que en este grupo particular de seres vivos exista una conciencia no estaría muy remota a ser corroborada.
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