Identidad posmoderna y memoria ancestral.
Escrito po DROPE
Si bien sabemos, hablar sobre la identidad nos puede resultar dificultoso debido a la profundidad que evoca este tema, sobretodo en este momento de la historia humana, donde cada sujeto se concibe como un mundo aparte e independiente de la colectividad social que crece día a día y minuto a minuto. El ser individual hoy en día se concibe como un territorio complejo y único, que en conjunto resalta el cambio en el comportamiento de la identidad global. Quizá a causa del despliegue informático o la revolución demográfica nunca antes contemplada por la humanidad. Es en ese sentido, que la identidad se ha adaptado dentro de una infinita colección de supuestos, productos de la historia acumulada en la memoria de cada cultura expuesta al mundo. La herramientas de difusión informática (internet, prensa, radio, televisión etc.) han desempeñado hoy en día un espacio de libre aprendizaje, comunicación y condición a los modelos de vida que en estos se desempeñan. Son quizá estos mecanismos los que despliegan un puente entre las distintas perspectivas sobre como entendemos el mundo y un interes que permea la construcción de nosotros como individuos, o de una colectividad que converge en las practicas o saberes. Sin duda alguna un síntoma de la posmodernidad se encuentra en esta libertad de consumo, en la que nos constituimos como una generación de seres subjetivos cuyo entendimiento obedece a las dinámicas de una vida individual o adquirida por la influencia mediática la cual nos infunde a creer o cuestionarnos, a consumir o a revelarnos. El ser posmoderno resalta por esta grandiosa construcción subjetiva del entendimiento infundido por la memoria acumulada y el archivo dispuesto de reproducción informática. Es un pensamiento único que adapta la subjetividad, pero que de mismo modo, se constituye en colectividad debido al consumo de una idea representativa de lo que es, o podría ser al adaptarse junto a otras ideas. Es así, como en este nuevo mundo de la contemporaneidad, lo ancestral y moderno se mezcla para homologar una identidad que forja dudas, vertientes y respuestas donde cada quien logrará trascender desde su praxis o forma de vida.
La posmodernidad hace parte de este presente, está en mí, quién escribe sobre ello, como en usted que lee de ello.
Adaptando el entendimiento entre caminos tan ortodoxos como los académicos, o tan libres como en la cultura; las vanguardias de pensamiento engendran nuevas inquietudes respecto a cualquier cosa para mutar como paradigmas que defienden la verosimilitud de una idea o discurso.
En la actualidad podemos comprender que esta posmodernidad nos ha permitido rescatar las ideas de antaño en un intento por comprender el desastre que hemos desatado en la tierra a causa de nuestra propia evolución. Mirar al pasado desde la historia no escrita se ha convertido en una necesidad por reconocernos a nosotros mismo en un futuro verdaderamente autónomo. Ejemplo de ello se ve en la hibridación de culturas a causa de la globalización informática y de consumo, la cual implanta en los entendimientos de un territorio la posibilidad de adaptar o reinterpretar sus verdades de forma que esta perspectiva muta en defensa de un discurso originario que en otros tiempos no podía ser contemplado por otros.
Así mismo, la ciencia como el arte, se convierten en los pilares del entendimiento ideológico contemporáneo, el cual muta dependiendo de la forma en la que la historia se adapta, se escribe o se lee. La posmodernidad ha de evocar la relatividad del ser humano en su entendimiento y necesidad de comprender el mundo bajo el filtro de la cultura y la subjetividad que encarna cada individuo en el mundo. Se convierte en un detonante de ismos y vanguardias que enmarca el pensamiento del ser humano sobre su propia historia; un camino incierto pero igual de asombroso si lo recorremos con libertad. La reinterpretación de lo ancestral. A pesar de que no somos conscientes de la complejidad perceptiva de nuestro ancestros, nos hemos permitido entablar un diálogo entre el pasado y el presente, sobrescribiendo la historia en voz de aquellas cultura persistentes en su cosmogonía o entendimientos. Es por ello que la ciencia se ha convertido en una herramienta que legitima la búsqueda de las fehacientes verdades que ofrece el pasado, mientras que arte explora los campos de las posibilidades de manera abstracta y sensible a todo aquello que no puede ser encarnado por fuera del entendimiento humano. No por esto quiere decir que sean opuestos en su búsqueda por comprender la realidad, sino todo lo contrario, se han convertido en los cimientos de un puente que entrelaza el mundo del pasado y el entendimiento del presente a fin de adaptar la cultura de consumo que predomina la actualidad a una cuya conciencia no solo se limita a creer en lo comprobable, sino también lo posible. La reinterpretación de lo ancestral se contempla en el hecho de que la magia comprendida en los rituales de culturas antiguas, se corrobora en los alcances que la ciencia pragmática ha desplegado en su afán por "desarrollar" toda una estructura que defiende la "verdad", una mirada que hoy en día domina el espectro de la razón humana. Aun así, no por ello la magia se ha olvidado, ni mucho menos deslegitimado. La magia se mantiene como una interrogante constante en todo aquello que la ciencia no ha podido resolver, se ha convertido en un alto reflejo de lo que en la antigüedad comprendíamos a través de un lenguaje que distinguía el poder de divinidades celestiales o infrahumanas, y que en la contemporaneidad son explicados como la representación de fenómenos, elementos o aspectos que parten de la lógica del universo comprendido. Es en este ultimo caso, que en la interpretación de estas "divinidades" la mente de cada individuo resalta un aspecto relativo que integra los hechos y supuestos de memorias lejanas en tiempo y espacio que es corroborado por la fe ciega de la la ciencia, o de los otros entendimientos que sopesan estas versiones de la verdad.
No hay hechos solo interpretaciones, F. Nietzsche.
Es en esta serie de interpretaciones donde el ser contemporáneo contempla y construye su propia verdad, que al converger en perspectivas que pueblos antiguos "de-construye" una nueva versión como resultado de la implacable mutabilidad de la cultura e hibridación que la globalización nos ha ofrecido.
Este "reciclaje de ideas" ha favorecido o perjudicado la interpretación de lo que conocemos como cultura, pues en este juego de sincretismos se exponen verdades y acontecimientos que se fortalecen al involucrarse en este movimiento de la construcción de la identidad. En otros caso ha diluido las lineas que nos diferencias hasta poner en riego el sentido de "verdad" que se programa en algunos pueblos. Desplazando las perspectivas a un prototipo de vida común o asumiendo mecanismos que radicalicen el necesario reconocimiento de su identidad dentro de los mecanismos que los exponen.
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