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Bosques y ecosistemas, territorios ancestrales.

La complejidad de un tema tan amplio como el de los bosques nos hace pensar en las muchas formas en las que podemos distinguir estos territorios y corroborar su importancia en el mundo. En este artículo hablaremos sobre algunos aspectos que podrían ayudarnos a comprender por qué los bosques se convierten en un territorio tan misterioso y atrayente para nosotros los seres humanos.


Para empezar es importante reconocer que un bosque o una selva está compuesta por diversas especies, y que partiendo de cierto tipo de organismos se originan los primeros indicios de un ecosistema (los productores primarios). Aunque puede no ser el caso si consideramos que existen bosques no diversos que han sido producto de la demanda por recursos derivados de ciertas especies vegetales. Aún así, es importante resaltar que un bosque hace parte de un diálogo entre aquello que vincula la complejidad de todo ser vivo que habita o depende en estos territorios para su supervivencia y la estabilidad de estos mismos. Al ser un concepto que puede ser abordado desde distintas perspectivas, nunca habrá una idea clara, fija o estable sobre un espacio que muta y se configura constantemente en respuesta de diversos factores igual de complejos.


Podemos estar segures que en los bosques surgieron las formas de vida más singulares del mundo terrestre, y que antes del ser humano las interacciones entre otros organismos con su entorno permitieron desarrollar las especies que actualmente conocemos y asentar una relevancia en estos territorios.

El origen de los bosques se remonta hace aproximadamente 300 millones de años en el periodo carbonífero, desde incluso antes de que nosotros los seres humanos habitamos la tierra. Según diversos estudios fósiles, la evidencia de que grandes formas de vida basadas en carbono habrían dominado la superficie terrestre corroboran con la existencia de diversos especímenes impresos en las huellas geológicas de nuestro planeta, estas líneas de la corteza terrestre se convierten en un vestigio del tiempo donde los bosques ya habitaban gran parte del globo terráqueo. Es por esta razón que los bosques son vistos como territorios milenarios de los que la vida depende para su supervivencia, pues la coexistencia e interacciones entre organismos y su espacio han generado un equilibrio dinámico que distingue a todo tipo de ecosistemas al igual que a las especies que albergan.


Aunque los bosques dominaron muchos miles de años la superficie terrestre, hoy en día estos ecosistemas se han reducido a territorios cuya intervención humana es bastante frecuente. Hablar de un bosque prístino y virgen hoy en día resulta bastante extraño debido a que las delimitaciones territoriales y los horizontes geográficos se han asentado con mayor veracidad para proteger aquellos complejos hábitats de los que nuestra especie necesita en alguna medida.


Quizá los bosques al igual que los ecosistemas, se definen como un territorio complejo. Cuyo sistema se traduce en un flujo de energía e información genética de la que diversas especies dependen para coexistir y evolucionar ante las condiciones atmosféricas existentes.

Algunas culturas y pueblos reconocían ya la importancia de los bosques (ecosistemas o cualquier otro tipo de designación para estos espacios) es que les atribuyen características propias de un misticismo que involucran perspectivas sagradas y de respeto que involucran el diálogo entre lo no-humano y lo humano como una forma de relación con aquello que le pertenece a una enorme variedad de criaturas de las que el ser humano también hace parte. El antropoceno por otro lado, ha asentado otras miradas alrededor de los ecosistemas, desviando sus vínculos hacia el uso potencial de estos territorios donde la especie humana habría de habitar o darle una forma de uso en su transformación como recurso. Ejemplo de ello se encuentra en la deforestación, que hoy en día es una problemática que atenta contra el inagotable esfuerzo de los bosques por establecer el dominio de lo diverso. Trayendo consigo impactos que han acelerado la degradación de estos mismos, al igual que la modificación de nuestra atmósfera. Pues podemos estar seguros que parte de la función de los ecosistemas está en la renovación de materia y energía en los ciclos elementales de nuestra tierra.


En pocas palabras, los bosques o ecosistemas se han distinguido por ser territorios que albergan la vida y las condiciones para que en la tierra se mantenga el equilibrio que resalta a nuestro planeta como un conjunto de biomas únicos en su tipo. Y que ante las crisis generadas por nuestra especie, hemos puesto en evidencia la sabiduría e importancia de estos territorios para garantizar nuestra supervivencia y la muchas otras formas de vida que se entrelazan a la complejidad de nuestro planeta.


Entender que el ser humano como cualquier otro organismos proviene de la tierra significa que nuestra especie debe entender como funciona el mundo para garantizar la coexistencia y la supervivencia de los riesgos que conlleva aprovecharla.


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