Las aves resultan ser animales extraordinarios no solo por las peculiaridades estéticas que las distinguen sino por el rol que desempeñan en los ecosistemas. Sus cantos, colores y singularidades hacen parte de esa gran diversidad de especies que habitan alrededor de todo el mundo, desde los territorios más inhóspitos de la tierra hasta en la espesa y bulliciosa selva del trópico las aves ocupan un lugar en todo ecosistema. Desafortunadamente a causa de nuestra especie, muchas otras formas de vida se han visto amenazadas por el acelerado cambio que ha generado el dominio del ser humano sobre el entorno. Las aves particularmente son animales que no han podido adaptarse por la vía evolutiva, a diferencia de algunas pocas especies que han logrado coexistir en parques urbanos y zonas levemente alteradas. Aun así, el futuro de la mayoría de estos animales depende de nuestro compromiso por cuidar de ellas y conservarlas.
Es importante reconocer el papel que asumen las aves dentro de los ecosistemas, pues gracias a ellas es que se logran entrelazar los vínculos entre diversas formas de vida.
El rol que desempeñan las aves estaría ligado a los distintos comportamientos que poseen nuestras plumíferas amigas. El hábito alimenticio es una característica fundamental que destaca en las aves su función de “ingenieras del ecosistema”, de modo que al haber gran variedad de especies cuyos hábitos de consumo varían, los frugívoros (que se alimentan de fruta) sobresalen por ser dispersoras de semillas, cumpliendo una función vital en el asentamiento de un ecosistema. Las sembradoras de semillas favorecen las condiciones para que germinen diversas variedades de plantas, pues tras comer y defecar las semillas permiten que se continúe con la cadena de reproducción de otras especies vegetales. A este proceso se le conoce como zoocoria.
Por otra parte, existen muchas otras especies de aves que también se alimentan de néctar (por ejemplo los colibríes), lo que también favorece a la polinización. El polen pegajoso se adhiere a los lados de sus picos y cuando visitan la siguiente flor producen la fecundación. En otras palabras, las aves estarían tan conectadas a las plantas que incluso muchas dependen de su existencia para que estas puedan reproducirse y sobrevivir.
El valor de las aves también se puede encontrar en la red trófica o cadena alimenticia a causa de que gran parte de ellas también se alimentan o son el alimento de otros animales. El control biológico depende de este diálogo de consumo entre depredador y presa, es así como algunas aves traen grandes beneficios al mantener el equilibrio de una población o comunidad en vista de que los vínculos que mantiene la flora y fauna traerán consigo el ciclo de vida que todo ecosistema alberga.
Es en ese sentido que las aves como cualquier otro ser vivo posee una vital importancia dentro de un sistema en el que convergen todas las estructuras de la naturaleza.
Desde otra perspectiva, las relaciones que compartimos con las aves hacen parte de una estructura antropocéntrica (netamente humana), por lo que resaltar su valor se traduciría en términos de funcionalidad y utilidad. De este modo asumimos la importancia de las aves como indicadoras de la salud ecológica de los ecosistemas, una importante herramienta que garantiza el valor turístico de estos espacios que además de contribuir a la economía de un territorio, también funcionan de almacenamiento de emisiones CO2 (Dióxido de carbono).
El hecho de que estas formas de vida sean radicalmente diferentes a todo lo que conocemos es parte integral de su belleza, un valor que nosotros podemos percibir gracias al arte y que también puede traducirse en términos que la economía y el dominio del ser humano lograría orientar.
La conservación y el cuidado de otras especies se ha convertido en un potencial beneficio para los territorios. En la medida que como seres humanos vamos desplazando los nichos de otros seres vivos se vuelve cada vez más valioso toparnos con la experiencia de contemplar la belleza oculta de las aves.
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